Soundless
Título: Casi
Fandom: Original :3
Para Retos Ilustrados
Disclaimer: Uh... es original, así que no hay disclaimer. Pero los personajes son míos, sólo míos *-* También la trama de esta historia es de mi autoría.

Es duro, es doloroso, no ser amado cuando se ama todavía, pero es bastante más duro ser todavía amado cuando ya no se ama.

Estoy debajo de mi cama. Empiezo a reír como desquiciada, y estoy segura que me encontrara muy pronto. Intento calmarme, pero la sensación de recuerdos que me trae jugar a las escondidas es demasiado grande como para aminorarla. Y la verdad, no me importa reír. Soy feliz.

Casi por completo.

Escucho sus pasos, entonces callo. Al menos así le será más difícil. Además fue muy difícil entrar debajo de la cama como para salir tan rápido. Una risa se me escapa al escuchar que casi cae con uno de sus juguetes.

—¡Te encontré! —me grita, mientras sube un poco las cobijas y me mira a los ojos. Río sin parar, intentando salir de ese diminuto espacio. Mi vida es perfecta.

O se acerca bastante a serlo.

—Ahora falta encontrar al tío John. Y mamá…, deja de reírte, das pena.

—¡Oye! Intenta meterte ahí dentro, también estarías nervioso.

Mi pequeño. Bien, ya no tanto: tiene diez años. Su pelo negro, como el de su padre, contrastando con sus ojos ámbar, los cuales heredó de mi parte. De hecho, la mayor parte de mí es ámbar…

Cuando por fin logro salir, ambos empezamos a llamar a John por toda la casa. Si todo resultaba bien, al final terminaría descubriéndose a causa de la risa. En eso nos parecemos mucho. John Brown no es mi hermano, pero es como si lo fuera. Nos conocemos desde niños, y él no ha cambiado en nada: su cabello castaño revoltoso y sus ojos azules, siempre con brillo. Me encanta estar con él.

O al menos un poco.

—¡En mi cuarto! —grita Efraín, y sale corriendo en la busca de John.

Logro escuchar la risa de ambos.

Voy a la cocina y preparo algunos aperitivos. Al poco tiempo llegan esos dos, sonriendo. Sin si quiera preguntarme, los toman y empiezan a comerlos. Creo que John pudo ver mi mirada de réplica.

—Lo siento —dice con un tono claramente sarcástico— señorita Anna White. No era mi intención ofenderla tomando de este modo galletitas azucaradas.

Efraín ríe.

—Señora Anna Rice, por favor —le recuerdo, aunque sé que le duele que se lo diga, a mí también me duele—. Y deberían pedir permiso cuando toman algo.
John me mira, puedo notar la tristeza en sus ojos. Aun así, me sonríe. Siempre es lo mismo. Él sabe que estar aquí le hace daño, y sigue viniendo todos los días. Él sabe que estoy casada, y me sigue esperando. Él sabe que yo amo a mi esposo, pero aun conserva la esperanza.

Es duro verlo a los ojos, porque yo sé que lo hago sufrir. Pero lo que más me duele es saber que no puedo hacer nada para hacerlo feliz.

Mi hijo no entiende este silencio, el que tanto nos lastima, y sólo sigue sonriendo y mirándonos.

—John, vendrás mañana también, ¿verdad?

Él lo mira, luego a mí. Le sonrío. Después vuelve a verlo a él.

—Todos los días.


Dudo que algún día haga un one-shot largo xD
Soundless
Título: En proceso~~
Fandom: Naruto
Para Retos Ilustrados
Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen.

Hay miradas que sin dudas
Dicen más que mil palabras

—Tsk

Tenten estaba furiosa. Hoy había sido uno de los peores días de su vida y claro, para terminar, tenía que empezar a llover.

—Jo…

No encontraba palabra que dijera todo lo que sentía en ese momento. En la mañana, ser atacada por pan volador, cortesía de su nuevo y tecnológico aparato denominado tostador. Claro que esa cosa no había salido ilesa. Ahora parecía más una lata de soda que cualquier otro objeto.

Después había tenido que soportar a sus nuevos alumnos en la academia. Los malditos tenían tanta energía que ella no pudo sentarse durante toda la clase. También había tenido que enseñarles a respetar a sus superiores. En ese momento recordó por qué amaba tanto a las kunais.

—¡Ah! —gritó y la mitad de la calle logró escucharla sin dificultad. Estúpido charco. Estúpida lluvia.

Tomó aire varias veces, inhaló y exhaló mientras contaba hasta diez. No funcionó. Frunció el seño, resignada a la impunidad de un charco de agua.

Había pensado que su día había terminado en el momento en el que esos enanos se habían ido a su casa. Vaya equivocación. ¿Tenía que conocer a Lee, verdad? Al parecer la palabra “entrenamiento” tenía un concepto muy distinto para ambos.

Inhaló y exhaló nuevamente. Lo único que quería en ese momento era llegar a su casa, recostarse en su cama y observar el techo. Oh sí, amaba observar el techo.

Recorrió todo el camino hacía su destino, ignorando todo lo posible al centenar de gotas que caían sobre su cara. Cuando por fin pudo vislumbrar su casa —no muy grande, ni muy chica, sólo lo suficiente para dos personas—, un gran alivió la acogió. Hasta que lo vio ahí.

Hyuga Neji, parado frente a su casa, obviamente sin una gota de agua. Los genios eran así, aunque el Apocalipsis estuviera sobre ellos siempre lucían bien, mientras que las personas normales y corrientes como ella tenían que soportar a estúpidos charcos. Recordó que habían quedado para entrenar. Hace horas.

Se acercó a él y lo miró de frente —aunque tuvo que pararse de puntillas— por unos segundos.

Neji suspiró y abrió la puerta de la casa.
Etiquetas: , 0 delirios | edit post