Soundless
Título: En proceso~~
Fandom: Naruto
Para Retos Ilustrados
Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen.

Hay miradas que sin dudas
Dicen más que mil palabras

—Tsk

Tenten estaba furiosa. Hoy había sido uno de los peores días de su vida y claro, para terminar, tenía que empezar a llover.

—Jo…

No encontraba palabra que dijera todo lo que sentía en ese momento. En la mañana, ser atacada por pan volador, cortesía de su nuevo y tecnológico aparato denominado tostador. Claro que esa cosa no había salido ilesa. Ahora parecía más una lata de soda que cualquier otro objeto.

Después había tenido que soportar a sus nuevos alumnos en la academia. Los malditos tenían tanta energía que ella no pudo sentarse durante toda la clase. También había tenido que enseñarles a respetar a sus superiores. En ese momento recordó por qué amaba tanto a las kunais.

—¡Ah! —gritó y la mitad de la calle logró escucharla sin dificultad. Estúpido charco. Estúpida lluvia.

Tomó aire varias veces, inhaló y exhaló mientras contaba hasta diez. No funcionó. Frunció el seño, resignada a la impunidad de un charco de agua.

Había pensado que su día había terminado en el momento en el que esos enanos se habían ido a su casa. Vaya equivocación. ¿Tenía que conocer a Lee, verdad? Al parecer la palabra “entrenamiento” tenía un concepto muy distinto para ambos.

Inhaló y exhaló nuevamente. Lo único que quería en ese momento era llegar a su casa, recostarse en su cama y observar el techo. Oh sí, amaba observar el techo.

Recorrió todo el camino hacía su destino, ignorando todo lo posible al centenar de gotas que caían sobre su cara. Cuando por fin pudo vislumbrar su casa —no muy grande, ni muy chica, sólo lo suficiente para dos personas—, un gran alivió la acogió. Hasta que lo vio ahí.

Hyuga Neji, parado frente a su casa, obviamente sin una gota de agua. Los genios eran así, aunque el Apocalipsis estuviera sobre ellos siempre lucían bien, mientras que las personas normales y corrientes como ella tenían que soportar a estúpidos charcos. Recordó que habían quedado para entrenar. Hace horas.

Se acercó a él y lo miró de frente —aunque tuvo que pararse de puntillas— por unos segundos.

Neji suspiró y abrió la puerta de la casa.
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