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Las consecuencias de nuestras acciones son siempre tan complicadas, tan diversas, que predecir el futuro es realmente muy difícil.
Para Retos Ilustrados~

Hana miró hacía el cielo, aburrida. A un lado de ella su amigo esperaba una respuesta, impaciente y con una ceja levantada. La chica suspiró y se tiró sobre el césped; en cambio, él se quedó sentado en su lugar.

—¿Ves? Yo tenía razón. Sabía que Deisy se comprometería, y ahora está a unos días de casarse. Y tú decías que no podía adivinar —le espetó Lucas con cierto orgullo.

Como respuesta ella extendió los brazos y cerró los ojos.

—Coincidencia —dijo al fin.

—No. Yo lo supe desde un principio. Yo tenía razón, y tú no. Lo que no quieres admitir es que yo pueda ver el futuro —le dijo tranquilamente, con una sonrisa en la cara.

—Coincidencia —repitió ella.

Lucas ya no podía aguantar más la actitud de su amiga. ¿Tan difícil era para ella admitir que él tenía poderes súper naturales que ningún chico de quince años podría tener? Si bien era cierto que él siempre había estado un poco obsesionado con todo eso, esta vez él había estado en lo correcto. Se tiró al suelo junto a ella y bufó.

Estuvieron así por algunos minutos. No era algo extraño en ellos, pocas veces hablaban de algo: no tenían nada en común. Pero la compañía del otro siempre les había agradado. Pero Hana no podía dejar que su amigo siguiera pensando que él era más especial que los demás.

—El futuro no se puede predecir —empezó, sin siquiera abrir los ojos—, es imposible. Cualquier cosa puede cambiar un resultado.

—Pero siempre existe un resultado final, y eso es lo que yo sé —le contestó él mientras sonreía con arrogancia.

—La más pequeña e insignificante cosa siempre cambiara el resultado —le dijo ella, mientras se daba la media vuelta para poder verlo. Él hizo lo mismo, quedando a apenas algunos centímetros—, por ejemplo, hace dos meses yo creía que estaba enamorada de mi novio.

Él la miró con sorpresa. Si había alguien que todos sabían, era que Hana estaba completamente loca por su novio, a tal punto de ser obsesiva, discreta, pero obsesiva.

—¿Y ahora? —le preguntó, intentando sonar normal.

Ella lo besó. Lucas no pudo ni moverse.

—Ahora, por un beso, tendré que terminar con él.

El chico intentó componerse, pero su mente no se hacía a la idea de que una chica a la que apenas conocía lo hubiera besado así como así. A pesar de sus intentos no pudo levantarse, y ella tampoco lo hizo.

—Si hace dos meses hubiera ido a la fiesta en lugar de ir a esa cena de mis padres, si no hubiera caído por usar tacones, si no te hubiera conocido… talvez yo estaría casada en algunos años. Apuesto a que eso nunca lo imaginaste.

—Yo lo sabía —respondió intentando nuevamente recobrar la compostura.

—¿Qué sabías? —le preguntó ella mientras se sentaba.

—Que de alguna manera u otra, yo tenía que terminar contigo.
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¿He dicho que algo es lo peor que he escrito en mi vida? Olvídenlo, esto sí es lo peor que escrito en mi vida. Los apuros que me ha dado la vida estos días no me dejaron para más. Un regalo para Neissa, por su cumpleaños, atrasado.

En ese momento ella no podía dudar. Tenían que encerrar a Hao, y así evitar que el se convirtiera en el Rey de los Shamanes. Y ella, como futura esposa del próximo Shaman King, como descendiente de los Kyōyama, y como una persona destinada a formar parte de la familia Asakura, ella tenía que acabar con él.

Ana siempre fue educada para ser una esposa perfecta. Nunca fue lo suficiente buena a los ojos de los demás, pero fue la mejor para ser la esposa del descendiente de los Asakura. Por eso ella jamás se dio el lujo de enamorarse, siquiera de pensar en el resto de los hombres como pretendientes. Nunca. Ella siempre supo que se casaría con Yoh.

Talvez por eso, al ver la imagen de su prometido en un completo extraño, sintió algo diferente que con los demás. Talvez por eso, inconcientemente se había enamorado de él; por simple inercia: ella debía estar enamorada para ser una buena esposa.

Y aunque lo intentara no podía quitarse esa estúpida atracción que sentía por Hao. Por eso, en el momento en el que falló no se sorprendió. Porque ella no estaba viendo a Hao como una sacerdotisa.

Lo estaba viendo como una mujer. Una mujer completamente enamorada de un desconocido. Y talvez por eso, pensó que Hao le sonreía cuando lograba escapar. Y esa estúpida atracción le hizo pensar que aun había alguna esperanza de estar junto a él.
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Un pequeño relato para Saya, bazofia hecha con amor =D

Para la gran mayoría de la gente, ver es una de las tantas funciones del cuerpo humano, que se lleva a cabo con naturalidad desde el nacimiento. Para mí también fue así; para que lo niego. Nunca creí que fuera algo especial, y jamás le preste atención a ese detalle.

No le ofrecía el valor suficiente al hecho de poder ver la cara de mis padres cada mañana; ver al sol ocultarse entre las montañas; ver a aquellas pequeñas luces que de alguna manera se las arreglaban para brillar en la noche. Era algo normal para mí, y para casi todos.

En este momento estoy bastante agradecida. Feliz de saber cómo son mis padres, de haber visto la sonrisa de mi hermano, de haber aprendido los colores de la naturaleza, y verlos por mí misma. Doy las gracias por saber de que color es mi habitación, y haberlo escogido porque me gustó. Y aunque doy las gracias, no puedo evitar sentirme frustrada. Porque yo debo volver a ver todo eso.

Paso mis manos por toda mi cabeza, sintiendo mi boca, mi nariz, mi cabello, mis orejas, y la banda que ocupa mis ojos. Siento como mi madre, o talvez mi padre, está en la puerta, observándome. Hace tiempo que se dieron por vencidos en intentar hacerme sentir mejor.

Ya son dieciocho semanas en las que no abro los ojos, por miedo de rectificar que sigo sin poder ver. La operación terminó hace más de veinte, y se supone que estoy más que lista para ver los resultados. Pero no puedo hacerlo. Tengo miedo de no poder hacer una de las pocas cosas que todo el mundo hace con tanta facilidad.

Miedo de saber que jamás me veré de nuevo. Que todo será como estos cinco meses, repleto de oscuridad. Blanco o negro, creo que olvidé el color. Por eso yo no quiero quitarme las vendas.

Tomo una orilla y empiezo a desprenderlas. Inmediatamente mis padres se acercan y se sientan junto a mí, siento como la mano de mi mamá está sobre mi pierna. Termine. Pero aun así, no quiero abrir los ojos. No quiero ver. O más bien; no quiero saber que jamás podré ver.

Dieciocho semanas sin ver. Eso es lo que te hace falta para valorar las cosas tan comunes.

Entonces, lloro.
Soundless
Bazofia para Retos Ilustrados

¿Saben que es lo más horrible de los profesores? No es sólo que sean maestros, no, eso sólo es algo indispensable para que nosotros, los alumnos, tengamos una tendencia gigantesca a odiarlos. Tampoco es que ellos, además de nuestros santísimos padres, sean las únicas personas con el rango suficiente para darnos ordenes, y que nos veamos en la necesidad de cumplirlas si no queremos reprobar.

Lo peor de ellos es la impunidad que tienen. Joder, tienen el derecho de elegir si todos nuestros esfuerzos en un trabajo son dignos de un diez, y si la tienen contra ti, encuentran un mínimo error para rebajarte la calificación un setenta por ciento. ¿Y qué puedes hacer? ¡Nada! Y si intentas patearlos, ten por seguro que te expulsaran. Experiencia propia.

Son unos monstruos.

Pero ya no más. No, claro que no. Esta vez me he encargado de hacer de mi tarea un trabajo completamente perfecto. Digno de un premio. Simplemente no contenía falla alguna. La maestra Alice no tendría razón alguna para colocarme un seis de nuevo. ¡Todos me admirarían! Y pensarían: oh, Daniel, no creímos que personas como tú —un pobretón que ama luchar con cuanto se le cruce en el camino— pudieran hacer un trabajo de tal prestigio.

Camino hacia la profesora, sonriendo de oreja a oreja, sosteniendo la perfección hecha papel en mis manos. Ayer estuve pensando por horas una idea genial para mi cuento corto, y todo eso dio resultados. Tuve que abstenerme a salir con mis amigos, a ir a la playa, a hacer nada en mi casa, pero al final todo valdría la pena, y la profesora tendría que alabarme.

Era un plan maestro.

Y cuando ella se viera en la necesidad de glorificar mi trabajo, yo le sonreiría y le diría que la perdonaba por tanto año de injusta calificación. Sí, la odio, pero sólo es seis años mayor que yo. ¿Qué chico normal de dieciséis años no ilusiona con su maestra de español? Es una historia hasta cliché.

Mis compañeros me miran asombrados, yo me lleno de orgullo. Pame, mi mejor amiga, susurra algo que entiendo como un ‘estúpido’, pero no le presto atención, es algo normal en ella hacerme ese tipo de comentarios sarcásticos.

Le entrego mi trabajo a la profesora, me mira como si no entendiera —obviamente a causa de la sorpresa—, pero al fin y al cabo lo toma. Repaso mentalmente las últimas palabras de mi historia… Él cayó al suelo, sintiendo como su corazón iba cada vez más pausado, y su respiración empezaba a hacerse dificultosa. Y aun cuando la vio ahí, frente a él, con esa espada que causó su muerte, no pudo evitar dedicarle su último pensamiento a aquella chica.

Simplemente perfecta.

La maestra me mira, toma su pluma, y luego vuelve su vista a mi trabajo. Escribe la calificación en él, luego me lo entrega.

6

—Me encanto, Daniel. Lastima que la fecha de entrega pasó hace más de dos semanas, y no pueda ponerte un diez.
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¡Para Retos Ilustrados!

—Mira, amor, nuevos vecinos —le dijo la madre al pequeño que estaba sentado en la mesa, comiendo su desayuno.

El niño, de no más de cuatro años, la miró incrédulo. Él jamás había oído de los vecinos. ¿Serían seres de otro mundo? ¿Y qué era lo que estaban haciendo tan cerca de su casa? Él tendría que tener una larga plática con esas cosas.

—Mamá, ¿qué es un vecinos? —le preguntó inocentemente. Ella se colocó un dedo en la barbilla y tomó una pose pensativa, mientras tomaba un pedazo de pan y lo colocaba en el plato del niño.

Se sentó a su lado, y luego sonrió triunfante.

—Es alguien que vive a un lado tuyo. Pero siempre tienes que ser buena persona con ellos, porque ellos te pueden ayudar algún día.

Él asintió, contento con la respuesta de su madre. No tendría que preocuparse por hablar con aquellos seres, porque si ayudaban a las personas, debían ser buena gente. Tomó un apunte mental: ser amable con ellos.

—¡Terminé! —gritó, y luego se bajó de un salto de su silla— Voy con Anaeli —le dijo, ella le hizo un gesto con la mano, diciéndole que estaba bien.

La madre lo miró con un poco de tristeza. La verdad su hijo necesitaba más compañía que la de una chica de catorce años. Pero con la escasa población del lugar donde vivían, era imposible que su niño conociera a otro niño de su edad.

Mientras el pequeño salió de la casa, miró a ambos lados antes de cruzar. Aunque no hubiera mucha gente en el rancho, y era casi improbable que un auto pasará cerca de su casa, su mamá siempre le había recordado mirar a todos lados antes de cruzar, para evitar un accidente. Cuando miró hacía el frente lo vio: su nuevo vecino.

Estaba sentado frente a la nueva casa, talvez esperando al resto de su familia. El niño lo vio con algo de lastima. Se veía solo. No era un chico pequeño como él, lo superaba en tamaño. Se sorprendió bastante al notar que su vecino era igual que uno que vivía en el pueblo, sólo que aquel otro era mucho más pequeño. Pero hay personas de diferentes razas, ¿por qué vecinos no?

Se acercó a él cuidadosamente, y se sentó a su lado. Su nuevo vecino lo miró con sus ojos azules.

—Hola, soy Chris. ¿Cómo te llamas? —le preguntó amablemente, pero él se quedó callado. Se quedó observando a su vecino un rato, esperando su respuesta, pero jamás llegó. Él arrugó un poco la ceja, pero recordó que debía tratarlo bien— ¿De dónde vienes?

Sin respuesta. Él empezó a fastidiarse. El vecino no era agradable, ¿así que por qué él tendría que serlo? Se levantó de su lugar, y caminó una calle más para luego gritarle:

—No quiero volver a hablar contigo. No eres una buena persona —le dijo con todas sus fuerzas, intentando que él lo escuchase claramente.

El perro le ladro como señal de despedida.


OMG Hace tiempo que no hacía nada de humor xP
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Fandom: Bleach.
Un diminuto regalo para Lukia

Inhala, exhala, inhala, exhala. Cuenta hasta cien, y luego de reversa. Es lo que debes hacer para intentar calmarte. No es que vayas a hacer algo de vida o muerte… No, sí es de vida o muerte. Apostarías a que si algo sale mal, el capitán Kuchiki, como siempre, terminará culpándote a ti de una u otra manera.

Inhala, exhala, inhala, exhala. Tienes que estar tranquilo, Renji Abarai, este es un día en el que no puedes fallar. Posiblemente se convertirá en uno de los más importantes de toda tu existencia. Y si cometes un solo error, es muy probable que se convierta en el último.

La gran familia Kuchiki enojada contigo no sería nada agradable. Si cuando le dieron la noticia a tu capitán casi te mata con los trabajos, si le fallas te matara con su katana. Puedes tenerlo seguro. Pero tú, tranquilo. Puedes seguir viviendo si haces todo a la perfección.

Tragas saliva.

Renji Abarai jamás será perfecto.

Inhala, exhala, inhala, exhala. Tú puedes con esto. Por algo eres el teniente de la sexta división, y un posible futuro capitán del Gotei 13.

Observa detalladamente los adornos del salón. Son exagerados. Las familias ricas nunca saben medirse en los gastos. Tú preferirías algo sencillo, lindo, pero sencillo. Y estás seguro de que ella también. La alfombra es de un color rojo intenso, obviamente hecha a mano. Escuchaste por ahí que los Kuchiki la mandaron a hacer solamente para que combinara con tu cabello.

Quieres correr. Salir de ahí. Nunca has sido bueno para las cosas que hacen los ricos, por más que tu capitán intentó instruirte. Es algo que jamás se te dio, y estás seguro que fallarás, y estarás en humillación con toda una familia que posiblemente ahora esté esperando alguna razón para matarte.

Inhala, exhala, inhala, exhala.

Lo único que te impide salir de ese gran salón es pensar que estuviste preparándote demasiado tiempo para ser merecedor de esto. Trabajaste por muchos años para estar al alcance de una poderosa familia. Oh, y también que tus piernas no te responden.

Y de repente, la música empieza a sonar. Las puertas principales se abren, y ella entra al salón. Piensas que se ve aun más hermosa con su vestido blanco. Olvidas todo, y sólo te concentras en ver aquella cara tan familiar que ahora te sonríe. Tantos años esperándola…

Inhalaste, pero esta vez te olvidaste de exhalar.


Espero que haya quedado claro que la pareja es RenjixRukia, y se van a casar xP Luki Lu, espero que te haya gustado, después de tanto tiempo, aquí está xD Lo siento, en verdad intenté hacer algo largo, pero los drabbles vienen a mí, ¡al igual que las galletas! Fue hecho con todo mi amor :3
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Original. Para la tabla de Personas Indeseables.

Tomé mi dibujo, me aguante las lágrimas y salí caminando lo más tranquilamente de la habitación, disimulando lo mejor posible mi enojo. Llegué a mi habitación, no cerré la puerta de un portazo, si no más bien sólo le di un leve empujón, logrando que apenas se cerrara lo suficiente como para no verme.

Me senté en la cama, cruce las piernas, tomé una almohada y la abracé fuertemente mientras una lágrima caí solitaria por mi mejilla. Yo no debía sentirme así, no debía odiar a mi mamá, mucho menos a mi hermana y mi padre. Podría ser que solamente me encontrará en la etapa de la adolescencia en la cual yo sentía que todo el mundo me odiara, y ese era el pensamiento que me hacía evitar el llanto y los gritos.

Pero aun así, no podía evitar sentirme terriblemente sola.

Sabía que mi madre estaba en la habitación continua, posiblemente reclamándose a sí misma por haberme corrido de su habitación. Estaba segura de que mi padre estaría afuera de la casa, hablando con algún vecino. Y que mi hermana estaba sentada en la sala, jugando con su nuevo videojuego. Yo no podía estar sola. Los tenía a ellos, mi familia.

Pero aun así, no podía dejar de temblar.

Respiré profundamente, tratando de calmarme. Sabía que todos esos pensamientos de falsa tristeza se debían solamente a las hormonas. Una mera ilusión de mi mente que se hacía mayor por la etapa de mi vida en la que me encontraba. Por eso, cuando me pasaba todo esto, yo debía sentarme a reflexionar en mi cuarto antes de hacer cualquier cosa.

Pero aun así, seguía triste en esos momentos.

¡Cuánto deseaba que alguien me dijera que estaba a mi lado! No, no era de las niñas enamoradizas que sólo desean un novio para pasarse la vida eternamente felices. Yo sólo pedía un amigo que me dijera que estaba ahí, y que no había razón alguna para sentirme sola. Sólo quería a mi mamá, diciéndome que fuera a ver películas a su lado.

Pero aun así, ella seguía en la habitación continua.

Me recosté sobre la cama, abrazando a mi almohada, mientras me repetía que no debía armar un escándalo. Escuché como mi papá entraba a la casa, suspiraba, y le decía a mi mamá que se dejara de lamentar por mí, que sólo estaba de dramática. Yo intenté no escucharlo, ya que en ese momento sólo quería que él me dijera que me quería.

Yo quería verlos a mi lado. No me importaba lo que me dijeran, lo que me dieran, nada. Sólo quería que estuvieran ahí, y que averiguaran cuanto los necesito. Porque, al mismo tiempo de ser las personas a las que más quería hablarles, poco a poco, se estaban convirtiendo en las que menos quería ver. Y yo no quería eso. No quería querer eso.

Sé que ellas están ahí si las necesito, pero me gustaría que ellas averiguaran que lo hago.

Y aun así, me sentía sola.


Espero que les alla gustado, la, realemente, historia de mi vida ^^U
Soundless
Para Retos Ilustrados, la tabla de 'Personas indeseables' :D

Miró nuevamente los adornos de la mansión, pero ahora con un tic en el ojo. Para él estaban más que perfectos. Los colores combinaban perfectamente, cientos de globos en el techo, unas cuantas mesas y un pequeño pastel.

Para él todo eso era más que hermoso.

Pero claro, tenía que llevar a su mejor amiga a ver la fiesta de cumpleaños de su hermanita, ¿verdad?

—No, no, no —repitió ella, mientras se sentaba en una de las sillas más cercanas.

Kollin suspiró, luego puso sus manos sobre la cabeza mientras se acercaba a la chica que estaba frente a él. La cabellera negra de su amiga se movía de un lado a otro con el viento, mientras sus ojos verdes examinaban cada parte de la casa del chico.

—¿Ahora qué? —le preguntó y se paró exactamente frente a ella. Dobló los brazos y se quedó ahí parado.

—No me gusta —dijo ella haciendo un puchero.

—No es que a ti te guste, Claire, es lo que tenemos. No gastaremos de más en un cumpleaños —le espetó él, soltando un bufido que movió sus largos cabellos castaños.

Ella se quedó mirándolo. Se mordió el labio y apretó los puños. ¡Cómo odiaba quedarse callada! Pero debía aceptar que no todos los chicos tenían a un padre millonario como ella, y especialmente si vivían en un rancho tan pequeño como aquel. Infló sus cachetes y se mordió la lengua. No debía decir nada más.

Kollin rió interiormente. Su amiga se veía bastante graciosa cuando actuaba como un crío de seis años. Podría ser que ambos tuvieran diecinueve, y ella fuera la chica más rica y codiciada en todo el estado, pero aun así él pensaba que ninguno de los dos había cambiado en lo absoluto. Seguían siendo los niños de cinco años que se conocieron cuando ella se cayó de un caballo.

—¿Por qué sonríes? —le preguntó ella mirando al suelo, marcando cada palabra.

—Porque sigues siendo la caprichosa de mi mejor amiga —le contestó él con burla.

—Cállate —dijo ella forzando la palabra.

Él soltó una carcajada. ¡Cuánto le gustaba hacerla rabiar! Se veía tan linda cuando sentía que el mundo estaba en su contra. Aun recordaba que la primera vez que la vio; había sido tan ingenuo para pensar que esa niña algún día se convertiría en una mujer hermosa y respetable. Ahora su entretenimiento favorito era hacerla enojar.

—¡No te rías! Ahora estoy enojada contigo —le gritó ella mientras se levantaba de su silla. En verdad Kollin era toda una cuestión. ¡Jamás lo entendía! Caminó hacía la puerta de la ya tan conocida casa para ella, con pasos lentos y fuertes, mientras murmuraba cosas intangibles.

Salió de la casa, y el chico se quedó esperando, mientras pensaba en lo pacífica que sería su vida sin esa niña rica loca. Sonrió al instante. Aburrida, pensó. Por más indeseable que fuera su mejor amiga, él sabía que le sería imposible vivir sin ella.

—¡Nos vemos mañana, imbécil! —escuchó como gritaba Claire, furiosa.
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Otro drabble de mi próxima historia original, de la cual, ya tengo casi el primer capítulo xD

Es tan corto el amor y es tan largo el olvido.

Autor: Pablo Neruda


Bufó mientras aplastaba una almohada contra su rostro. A lo lejos lograba escuchar todo el ruido que su familia producía. Quien pensara que los vampiros eran seres misteriosos y pacíficos estaba más que equivocado. Para ella, aunque nunca lo admitiera en público, eran ruidosos y sangrones.

Se rió ante su broma privada, pero de inmediato se calló. No podía ser tan natural con el asunto. No debía ser tan natural. Apretó más el cojín contra su rostro y soltó un grito, que fue ahogado por la almohadilla. Estaba frustrada. Se sentía impotente, pequeña e indefensa. Y aunque realmente lo era, no le gustaba sentirse así.

Por un momento pasó por su mente la imagen de Tristán. Era el único chico que la trataba como se merecía, sin más ni menos. Con el único con el que podía sentirse ella misma.

Se quitó la almohada de la cabeza cuando estuvo lo suficientemente sofocada. Se levantó de la cama de un salto, se colocó sus anteojos y acomodó un poco su corto cabello caramelo. Caminó hasta la ventana y se situó justo en frente de ella, logrando una vista espectacular a la luna.

Ella quería estar con Tristán. Lo extrañaba. Quería verlo de nuevo, sentirlo, besarlo, hablarle, gritarle, abrazarle… Quería estar a su lado. Pero ella sabía bien que jamás podría entablar una relación con el hijo del hombre que quería matar a su familia.

Suspiró, resignada. Se dio la media vuelta mientras se decía que tenía que olvidar al chico del que se enamoró hace cinco años. Ahora ambos eran adultos; seguramente él se había vuelto un gran cazador de vampiros, como toda su familia; en cambio, ella ahora era la protegida de todo un clan de ellos.

Escuchó que tocaron la puerta y fue a abrir, corriendo. Al girar la manilla se encontró con un chico que parecía de su edad, de cabello castaño y ojos azules. Él le sonrío abiertamente mientras le movía el cabello.

—Anelita, Anelita. ¿Otra vez pensando en la persona que nos quiere eliminar? —le preguntó el chico mientras entraba a la habitación y se tiraba sobre la cama.

Ella apretó sus puños. No era que lo que él había dicho fuera falso, pero aun no se hacía a la idea de que su ex-novio quería matar a los seres que ella más amaba.

—Leal, no me gustaría hablar de eso —le dijo sinceramente, mientras se sentaba en una de las esquinas de la cama.

Él se erigió y se puso a un lado de ella.

—Sólo estuviste con él algunos meses. Nada será igual que estar con nosotros por la eternidad. Por favor, tú sabes a quien elegir. —le susurró la oído, mientras se levantaba de la cama y corría hacía la salida.

Ella se quedó mirando la puerta. ¿En tan pocos meses se había enamorado como una idiota? Sí. Y aun peor que eso; ella no podía olvidarlo todavía. Ese chico que la había saludado en sus primeros días de clases no dejaba que ella fuera feliz con su familia.


TABLA DESAMOR: ¡Terminada!
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Soundless
¡Para Retos Ilustrados! Una pequeña fracción de una historia larga original que planeo subir después... espero ^^U

Se puede tener, en lo más profundo del alma, un corazón cálido, y sin embargo, puede ser que nadie acuda a él.

Se sentó en la esquina de la banca, para evitar utilizar mucho espacio para ella sola, sacó un libro de su mochila y empezó a leer, como en todos los ratos libres que tenían. El resto de su grupo debía estar por ahí, jugando o haciendo algo ilegal. Se acomodó sus anteojos y se hizo el cabello para atrás, para que la lectura se hiciera más amena.

Sonrió para ella misma mientras le daba vuelta a la página. Siempre le habían fascinado los libros que la hicieran reír. Nunca se quejaría de vivir con su padre pero era muy cierto que él no era la persona más alegre de la calle, o de la ciudad, talvez de todo el país. Aunque de algo estaba segura: él era el mejor padre de toda la historia. Cuidarla por catorce años, toda su vida, era la clara muestra de ello. Pero aun así, le hubiera gustado tener a un padre más sociable.

Suspiró y cerró su libro. Ella no debería pensar de esa manera. Es más, no podía culpar a su papá de ser antisocial cuando ella no era capaz de hacer un solo amigo en su segundo día de clases. Sabía que mudarse era un gran cambio, pero no debía abstenerse de ser feliz sólo por eso.

Rió interiormente. Ella jamás se había abstenido de nada… Era sólo que los chicos de su edad no le llamaban la atención. Además ella sí tenía amigos. Dos, y mayores que ella, pero los tenía. Talvez era porque nadie la comprendía, o porque ella no los comprendía a ellos. No era que los odiara, o viceversa, si no más se repelían el uno al otro.

Se levantó de su lugar, dispuesta a ir a su última clase del día. Aun faltaban diez minutos para que esta empezase, pero a ella no le gustaban los retrasos. Tomó su mochila y se dirigió al salón de clases. Se perdió varias veces, ya que no se sabía el camino, pero todo era mejor que preguntar para ella.

Desde las sombras un chico la observaba, preguntándose si debería ayudarle. Pero ella se veía muy decidida a encontrar el salón por sí misma, y talvez sólo lograría humillarla. Desde ayer, cuando ella entró a la escuela, él pensó que era una chica linda. Extraña, pero linda. Con unos hermosos ojos, pero con demasiada timidez. Él estaba seguro de que esa persona tenía un buen corazón. Pero aun así, tenía miedo de acercársele. Talvez por los extraños cuentos de su padre sobre que el padre de ella era un vampiro.

Claro que él no creía. Eran puras tonterías de su viejo papá, aunque las demás personas del pueblo sí que lo hacían. Además los ojos de aquella muchacha no podían ser los de un demonio. Se acercaban más a los de un ángel. Movió su cabeza de un lado al otro, mientras se decía mentalmente que debería ir con ella y hablarle. Decirle un “hola” solamente.

Tomó aire, y contó mentalmente, mientras se preparaba para intentar hablar con aquella chica.

Porque él estaba seguro de que ella tenía un corazón cálido, sólo que nadie acudía a él. Y por eso nadie había podido confirmar que todos aquellos mitos eran completamente falsos. Aunque no deberían; con sólo escucharlo todas las personas coherentes debían sacar la conclusión de que no eran más que historias de su padre.

—¡Anel! —le gritó, justo cuando ella se daba la media vuelta.
Soundless
Para Retos Ilustrados.

Quería morir. Desaparecer para siempre. O mejor, hacer como si nunca hubiese existido. La vida realmente es un asco. Tienes un trabajo en donde trabajas por horas por una miseria, un apartamento de unas diminutas dimensiones, y lo único que te salva de no suicidarte es un hombre. ¡Era la persona más detestable de todo el maldito mundo!

Y ahora, ¿qué iba a hacer? La única persona que me mantenía con un poco de esperanza se había esfumado para siempre. Ahora estaba enterrada en lo más profundo de la tierra. Me habían despedido de ese maldito empleo por no ir dos días, en los que fue el funeral de mi novio.

Verdaderamente, la vida era un asco. Era de lo peor.

Respiré profundamente. Si seguía así terminaría ahorcándome o algo peor, y ya estaba lo suficientemente grandecita para andar pensando en eso.

Y aún así seguía creyendo que era la mejor opción.

Caminé más lentamente hacía mi casa, con miedo de quedarme sola. Al menos en el parque las personas impedirían que me matase con una roca. Paso por una gran multitud de gente, y no puedo evitar acercarme para ver qué tanto miran. La verdad no es que me interesase, pero estos días buscaba cualquier excusa para no regresar a casa.

Y ahí estaba: un maldito bufón.

Los niños se reían, y los padres le aplaudían mientras dejaban algunas monedas en un sucio gorro tirado en el piso. Yo sólo intenté contenerme. No estaba de humor para las entupidas bromas de un estúpido payaso.

Quise alejarme de la gente, pero por alguna razón termine al frente. Obviamente podían distinguirme de los diez niños que se encontraban ahí cerca. No era que fuera muy alta: ellos eran extremadamente pequeños. El mayor debía tener a lo mucho cuatro años, y el payaso los entretenía fácilmente.

Ahora entendía porqué los padres le dejaban tanto dinero. Entretenía a unos mocosos que no sabían nada de la vida y que se la pasaban haciendo alboroto felizmente en su casa, ¿por qué no dejar que alguien los dejara quietos por poco dinero?

Cuando me iba a dar la media vuelta, él me tomo de la mano. Estaba a punto de darle un buen golpe.

—Una preciosa carita no debería estar triste —me dijo, y luego sonrió. Yo intenté sacarme. La opción de golpearlo se había esfumado: tenía unos hermosos ojos verdes, propios de un infante.

—Y tú no deberías hacerles creer a los niños que todo está bien —le solté de repente. No pude contenerme, había estado demasiado tiempo resentida.

—¿Para qué sufrir, cuando existe la posibilidad de ser feliz? —me preguntó, y luego me soltó.

—No hay tal posibilidad en mi caso —le respondí mientras me alejaba de la multitud. Me dirigí a mi casa, y como siempre, me senté en el piso de rodillas, mientras dejaba que sólo una lágrima resbalara por mi mejilla.

Jamás supe su nombre. Tampoco lo volví a ver. Él era un maldito bufón que había arruinado mi reencuentro.
Soundless
Para Retos Ilustrados
Imagen: Sólo una muñeca

¿Ves aquella muñeca? Sí, era que está tirada en el piso. La observas desde tu cama detalladamente, como si fuera la última vez que la verías. Cierras tus ojos con fuerza, y te prometes no llorar. No debes hacerlo. Es un signo de debilidad, y apostarías a que todas tus amigas se burlarían de ti. No es que ellas no tengan sentimientos, si no que están muy orgullosas de sí mismas por poder ocultarlos.

Pero tú, una pequeña y debilucha chica de dieciséis años, no eres como ellas, por más que quisieras serlo.

Tú ríes a carcajadas y algo se te hizo gracioso, mientras ellas intentan esbozar una débil sonrisa. Tú pides un postre si te quedas con hambre, cuando ellas intentan disimularla pidiendo sólo una ensalada. Tú abrazas a los amigos que más quieres, cuando ellas nunca lo demuestran.

Talvez sea porque ellas son chicas más maduras, que ya han vivido las cosas malas de la vida, pero su forma de ser te es desesperante. Tú no quieres convertirte en alguien como ellas, que esconden todo lo que en verdad son, y aun así quieres evitar llorar a toda cosa. No quieres que nadie se entere que estás triste, que tu corazón te fue arrebatado.

Bajas de tu cama, y te sientas en el suelo. Tomas la pequeña muñeca y a su cepillo, y empiezas a hacerle un par de coletas en su despeinado cabello. Vas al baño, tomas un pequeño trapo y le limpias la cara, llena de manchas. Sonríes mientras recuerdas las horas que solías pasar repitiendo lo mismo una y otra vez. Y siempre con él observantote.

Muerdes tu labio y vas de nuevo a tu habitación, donde decides que se vería mejor con el pelo suelto. Le quitas los broches y observas a tu nueva creación. Está igual que como al principio.

Ríes en el momento que recuerdas que era lo mismo que tu mejor amigo te decía.

—Ane… ¿Vas a jugar de nuevo con esa muñeca? ¡Siempre queda igual! —te había reprochado un chico de ojos turquesa, de no más de doce años— Además deberías madurar. Esas cosas son para niños.

Tú lo miraste amenazadoramente, pero seguiste cepillando a tu muñeca.

—¿Tú me la regalaste, lo recuerdas? Es tú culpa —le habías respondido, sin pensar en la pregunta que te había hecho. Apenas tenías seis años.

—Pero yo quiero que juegues conmigo.

—¡Juguemos juntos con nuestra muñeca!

—¿Nuestra? Yo ya estoy grande para esas cosas.

—No, no. Ella debe tener un papá. Porque si no estará triste, como tú, o como yo.

—Nosotros somos felices. ¿Ok? Jugaré… sólo porque estoy aburrido.

No llores, no llores, no llores; te repites una y otra vez. Escuchas como los más pequeños ya empiezan a sollozar a lejos, y las pocas amigas que aun te quedan en el orfanato intentan consolarlos. Pero nadie te consolaba a ti; su mejor amiga.

Talvez todos pensaban que la vida sin padres era dura, y sí, tenían bastante razón. También creían que te hacía madurar más rápido, muy cierto. Pero para ti no fue así, porque tú tenías a Mike. Él siempre lograba animarte, desde que llegaste el día que tu madre murió. Porque él, para ti, era más que un amigo, o que un padre. Él era Mike.

El día que él se fue del orfanato lloraste por horas, que se convirtieron en días. Las demás niñas te decían que te calmases, que Mike vendría a verte seguido, pero a ti no te importó lo que ellas dijeran. Cansadas de consolarte, te dijeron que te habías encaprichado, y realmente era así.

Pero ellas decían la verdad. Él venía todos los días a verte. Todos los días, menos uno. Ayer. Avientas la muñeca, aquella que simbolizaba su fuerte lazo, esperando que así no te duela. Porque tú no quieres ser más una niña mimada. Te sientas en una esquina y te abrazas a ti misma. No lloras. No gritas. Sólo quieres creer que él sigue ahí, a tu lado, y no tienes porque hacerlo.

Sólo quieres creer que eres sólo una muñeca. Su muñeca.
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Soundless
¡Para Fumiis!Los personajes de Naruto no me pertenecen, son de Kishimoto ^^ Un KarinxSuigetsu, que terminó siendo cualquier otra cosa menos romance y humor :P Te debo ese, Fumiis ;D

El que dijo que ‘del odio del amor hay un solo paso’ era un verdadero idiota. Suigetsu estaba seguro de ello. Él jamás diría que el sentimiento que ellos dos tenían podía convertirse en amor así como así. No, era una completa tontería.

Porque ella verdaderamente lo odiaba. Karin era la peor persona en este mundo. Se desquitaba con todos por su triste vida. ¿Por qué el tenía que sufrir su mal humor cuando Sasuke la rechazaba? Joder, no era su culpa que ella fuera una cosa tan… ella. De hecho, comprendía perfectamente a su líder. Karin era de esas personas que te estresaban la vida con sólo verla.

Suigetsu contó mentalmente el tiempo que faltaba para que su compañera de equipo saliera de la habitación de Sasuke y se desquitara con él. Era la rutina, y la única manera en la que ella descargaría su furia. Y de paso, él la haría enojar un poco.

—Tres, dos, uno… —dijo mientras observaba de reojo la puerta abrirse.

Él nunca fallaba.

Y como lo predijo, de ahí salió Karin. Veía al suelo y caminaba lentamente. Eso sí era raro, regularmente ella salía con orgullo de ahí. Levantó una ceja, pero no dijo nada mientras ella pasaba frente a él, llorando.

Era la primera vez que la veía llorar. Y la sensación era horrible.

No sabía que hacer. La situación era complicada. Seguramente Juugo estaría en su habitación y no se daría cuenta de nada, y a Sasuke ni le importaría. A él tampoco debería importarle. Además Karin sabía valerse por sí misma, tantos años sola, rodeada de los más temibles monstruos. Talvez por eso no lloraba como cualquier otra chica rechazada lo haría. Ella podría estar acostumbrada a tener que aguantarse todo, y aparentar ser fuerte, porque de no ser así no podría haber trabajado para Orochimaru.

Y aún sabiendo todo eso, Suigetsu no podía sólo quedarse ahí, viendo como la mujer más extrovertida y sin vergüenza que había conocido en toda su vida, lloraba. Obviamente no iba a ir a consolarla. Jamás haría eso. Tampoco iba a decirle que algún día lo lograría, porque sería una mentira, y además no era su estilo, de ninguno de los dos.

¡Cuánto le hubiera gustado que ella se desquitara con él como todos los días! Así no estaría pasando por este dilema. ¡Ni siquiera sabía porque no sólo la ignoraba, y punto!

Él estaba seguro de que ella lo odiaba, y de que él la odiaba a ella. También sabía que el dicho ‘del odio al amor hay un solo paso’ era todo una mentira.

—Karin —gritó, sabiendo que ella lo escucharía. Tragó saliva y se levantó de su asiento, mientras caminaba rumbo a la habitación de ella—. Hazme algo de comer. —terminó, abriendo la puerta del cuarto de la chica.

Ella lo observó, ahí parado, con una sonrisa socarrona. Al verlo se obligó a calmarse y se levantó del suelo, haciéndole frente.

—¿Quién crees que soy, pez? —le replicó.

—Una de las personas más feas de este mundo.

—Tú no mereces ser un pez. Apenas llegas a alga.

Después la rutina continuó su rumbo. Esa era su manera de afrontar las cosas. Suigetsu sabía que el odio y el amor no estaban a un solo paso, pero él estaba dispuesto a recorrer todo el camino.

Apenas escuchó un débil 'gracias' antes de seguir con la siguiente tanda de insultos
.
Soundless
Si no te quieren como tú quieres que te quieran, ¿qué importa que te quieran?

¡Para Retos Ilustrados!

—Aléjate de mí —repetí, reprimiendo las lágrimas. Remarcando cada palabra con la mayor dureza posible—. No te quiero aquí.

Él me vio con aquellos ojos caramelo tan hermosos. Me rogaba con la mirada que le sonriera, y que le dijera que todo esto era en broma. Pero no era así. Para mí él había desaparecido. Ya no existiría más, sería sólo como una piedra con la que trómpese en algún momento de mi vida. Ya no sería más mi amigo, compañero y hermano.

Me di la media vuelta, dándole la espalda. Sentí como mi largo cabello rubio se movía con el viento. Aquel largo cabello que había cuidado tanto para que a él le gustara.

—Marian…Yo, yo en serio no pensé que las cosas fueran así. Tú eres mi amiga —me dijo, forzando salir a las palabras.

—Largo —ya no aguantaba el llanto. Dentro de poco sucumbiría. Mis ojos azules ya debían estar cristalinos.

Sentí como se paraba de la banca, e intentaba acercarse a mí. Pero por cada paso que daba, retrocedía dos. Y realmente era lo mejor, para ambos. Él se iba a casar, ¿no? No debería estar con la chica que lo ha amado tanto tiempo en secreto.

—Te quiero, Marian. Te quiero mucho. —escuché como susurró antes de seguir caminando.

En ese momento, salí corriendo, sin el temor de parecer débil frente a él. Dejé que las lágrimas salieran libremente, y que me libraran de ese hueco en el corazón que había dejado. Tantos años intentando hacerle entender que lo quería más que una amiga a la basura. Jamás se fijaría en mí, y menos teniendo a esa dulce chica como prometida.

Él ya no debía importarme. Yo ni siquiera debía verlo. Porque él jamás me vería como algo más que una amiga. ¿Entonces, qué caso tenía estar a su lado? Yo no deseaba que él me quisiera. Yo anhelaba que él me amara.
Soundless
¡Para Retos Ilustrados! Tabla: Personas indeseables/Jefe. 500 palabras exactas ^^

EDIT: Usé un contador de palabras de por ahí y me sale que son 482. En otro 503. Pero yo lo hice a base de Microsoft Word 2003, cualquier cosa, culpenlo a él :P

Lo odio. Lo odio tanto. Lo desprecio con todo mi corazón. A él y su sonrisa arrogante. A él y a su puesto importante. A él y a su familia imponente. A él y su grande empresa. A él y a todos sus perros falderos.

Lo odio.

Y ahora, mientras me mira, no puedo hacer más que odiarlo más. Me repite que tengo que esforzarme más en mi trabajo, y que aún no he dado todo de mí. Lo ha dicho tantas veces que ya no recuerdo. Esta discusión es absurda. Él me dirá: está bien, sé que lo harás mejor para la próxima. Entonces yo lo decepcionare y volveremos a lo mismo. Es la rutina.

—Espero mejores resultados para la próxima. Sé que lo puedes hacer mejor —me recordó, con su sonrisa socarrona en la cara. Cuanto quisiera golpearlo aquí mismo.

Porque yo lo odio.

—Claro —dijo, y suelto un bufido. Él me mira con resignación, luego sonríe—, jefe.

—Me haces sentir viejo —me dijo mientras me entrega mi trabajo—sólo soy cuatro años mayor que tú.

—Pero usted —le repliqué, remarcando la palabra ‘usted’—es mi jefe, al final de cuenta.

Él iba a replicar, pero su celular sonó en ese momento. Me pidió un momento con la mirada, y salió disparado a la oficina.

Ver el trabajo de sus empleados era normal en él. Lo hacía todas las semanas, para ver cuanto mejorábamos, y si realmente valíamos la pena. A cada uno de sus doce escritores de columnas nos dedicaba diez minutos semanales. Y en ese escaso tiempo, había logrado que yo lo odiara desde lo más profundo de mi ser.

Regresó, y me sonrió.

—Eh… lo siento. Creo que tengo que ir a revisar las cosas de suma importancia —me dijo con un poco de preocupación.

—No importa —le solté, mientras me sentaba en mi silla. El volvió a sonreír y se fue rápidamente.

Yo lo odiaba por hacer que me enamorara de él, siendo que él era imposible para mí.

Conté mentalmente el tiempo que faltaba para salir de la oficina. Estar aquí siempre era catastrófico. Encerrada entre la pared y un escritorio, con cientos de papeles frente a mí. Y observándolo a él, en su oficina con paredes transparentes, riendo con sus amigos y charlando con cada persona que se le cruza en frente.

Dios, sí que odiaba a ese ser.

Sus cabellos rubios, siempre reluciendo con la tenue luz de la oficina. Algo físicamente imposible. Sus ojos azules, siempre felices. Algo imposible, también. Aunque me gustaba que no fueran como los míos.

Vi como una junta empezaba, de urgencia talvez. Quito un poco de mi corto cabello castaño de mi cara para observar mejor. Hay varias personas ahí. Una señora de edad mayor dice algunas palabras, luego señala a una chica muy linda. Él empieza a gritar, y sale corriendo de la oficina. Yo lo miré mientras me dijo al borde del llanto:

—Acompáñame, por favor.

Yo lo odiaba por darme esperanzas.
Soundless
Un regalo para Nea :D

Los personajes de 'Dos Velas para el Diablo' no me pertenecen. Son de su respectiva autora, Laura Gallego, y la editorial a la que pertenece.

—Angelo

—¿Ahora qué?

Tanto tiempo sin hacer nada te ponía a pensar. Cat era conciente de ello. Sin dormir, sin comer, sin sentir, lo único que podía hacer era observar y pensar. Tenía tiempo de sobre para ello. Pero a veces esos pensamientos se complicaban, se hacían más complejos, más difíciles de asimilar. Por ello, Caterina tenía serias dudas. Sobre la existencia del mundo, sobre los demonios, sobre los ángeles, sobre el futuro de los humanos… Pero aun así, con tantas preguntas, ella pensaba en lo egoísta que era, porque la única pregunta que le importaba en ese momento era sobre su propia existencia.

¿Llegaría a la muerte? ¿Qué habría al final del túnel de luz? ¿Cielo? ¿Infierno? ¿Cuál sería mejor? ¿Dios existiría? ¿Satanás? ¿Más ángeles, o más demonios?

Pero lo peor era preguntarse que pasaría si jamás viera aquel túnel. Vagar por toda la eternidad, sin dormir, sin comer, sin sentir, solamente observando y pensando.

Con mucho esfuerzo, se tragó su orgullo y le preguntó a su acompañante:

—¿Qué pasaría si jamás pudiera ver el túnel? —las palabras apenas salían de su boca.

—Una eternidad junto a mí, supongo —le respondió el con sorna.

Por una vez, sin que Cat supiera la razón, pensó que podría aguantar todo ese tiempo al lado de un demonio.


¿Pequeño? ¿Diminuto? Talvez no, ES diminuto. Pero creo que al ser la historia narrada por la protagonista, hay pocas cosas que yo pudiera añadir en los pequeños espacios que hay por el libro. ¡Para Nea!
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Soundless
Una bazofia de regalo para Creamy, por su cumpleaños, hoy. En serio, lo intenté, quisé hacer algo decente, pero sólo salió esto xDD No soy buena escribiendo slash, aunque creo que ni a eso llegué xD

Los personajes de Naruto no me pertenecen.

Shino era una persona extraña. Desde ese momento Gaara lo supo.

Cuando su equipo fue a una misión en Suna, los otros dos fueron personas normales y se alejaron de él. Talvez la chica no lo odiaba, pero le tenía miedo, al igual que el chico con el perro. Él no les tomó importancia, esa era la cosa más coherente que todos podían hacer.

Pero aquel chico, casi completamente cubierto, no lo hizo. Jamás tuvo miedo de acercarse. Le preguntaba cosas como si nada, y aunque jamás le hablaría con naturalidad, por la forma de ser de ambos, era diferente tratar con él. Por segunda vez en su vida, Gaara se sintió aceptado. Nunca diría que eran amigos, porque sería una mentira. Sólo eran dos personas normales. Y el pelirrojo no pedía nada más.

Porque con Shino, Gaara no se sentía especial. Y eso era justamente lo que estaba buscando.
Soundless
Me dieron premios, Gracias Bethy-Pooh :D Y aquí los míos, le daría también uno a Beth, pero se me hizo cruel hacerla publicar esto otra vez xD

Requisitos: Elegir 7 blogs o sitios de internet que por su calidad, su afinidad o por cualquier razón hayan conseguido establecer un vínculo que desees reforzar y premiar; y debes enlazarlos en el post escrito. Escribir un post mostrando el premio, citar el nombre de blog o web que te lo regala y notificar a los elegidos con un comentario.

Opcional: Exhibir el premio en tu blog

Ya que me es imposible subir las imagenes, aquí los links:

Blog+amigable
Blog Angel
Este blog es una joya (?)
Premio nomeolvides (?)

Bien, ahora los premios :D

1. Contes de Fée
2. Reflexiones bajo el agua
3.Silencio Embriagador
4. Prosa asesina
5. Locuras de Nea
6. Diario de una Ninfa
7. Mundo Killy
Soundless


Para Retos Ilustrados. Un pequeño original.

Un corte.

Un grito.

Un llanto.

Me giro un poco, sólo para poder ver la cara de aquel niño. Tantas emociones indescifrables para mí. ¿Miedo? ¿Angustia? ¿Tristeza? ¡Qué sientes? Dímelo. Quiero saberlo. Te veo a los ojos, y tú retrocedes. No te comprendo. ¿No quieres venganza?

No debes tener más de trece años. Eres un chiquillo que no conoce los males de la vida. ¿Y sabes qué? No puedo evitar envidiarte por eso. Tu cabello despeinado color ocre está lleno de sangre. La sangre de tu hermano. Tus ojos azules me miran, no sé con qué.

No es miedo. Tampoco odio. ¿Dime, qué es?

Aunque creo que sin importar lo que digas, no te comprenderé. Al fin y al cabo eres un niño, y yo una asesina. No sabes nada. Tú no conoces los sentimientos de ver morir a tu único pariente frente a ti a los tres años. Yo tampoco los recuerdo, ya que decidí olvidarlos, pero siempre estarán ahí. Lo sé. Por eso ya no siento. Talvez es inconciente, un efecto de mi mente para evitar ser dañada, o conciente, no me importa sentir. Existe una regla en esté mundo, por cada vez que sonríes tienes que derramar una lágrima.

Entonces tomo mi espada. No quiero seguir pensando en eso. Además, ¿de qué me servirá sentir? ¿Comprenderte? De nada. Para sufrir en la hora de tu muerte, sólo para eso.

Aun así no puedo evitar preguntar.

—¿Por qué me ves así? —te pregunto mientras pongo mi arma en tu garganta.

—Te tengo lástima —dices sin más, luego miras al piso.

Un corte.

Un grito.

Un llanto. El mío.

Al fin y al cabo, yo soy la que da lástima. Tu cadáver es el que está tirado en el piso, y yo soy la mártir de la historia. Pequeño ingenuo.

Y aun así no sé porque sigo llorando.
Soundless
Por alguna razón, al entrar a Fanfiction no encontré esta historia, la cual dediqué a Creamy por su cumpleaños ;-; Intenté varias veces volver a subirla, pero no lo logré. Creo que FF me odia T.T Hasta que resuelva esta cosa (porque lo haré ò,ó) aquí esta el regalo de Creamy ^^:

Dos lobos corrían en la penumbra de la noche, moviéndose rápidamente entre el espeso bosque y evadiendo el centenar de árboles que se les atravesaba. Una carrera que se había convertido, como la mayoría de las veces, en algo personal.

“Vamos, Jake. No me digas que aun crees que ella en verdad te ama tanto” pensó la loba mientras se apresuraba para no perder ante él.

“Cállate, Leah” le dijo él, aumentando la intensidad de sus pensamientos. “Bella hará lo que sea mejor.”

“Para ella, claro está. Yo creo que sigue perdidamente enamorada del chupa sangre” pensó, mientras tomaba un último impulso para llegar a la meta.

“Él la abandonó. ¿Crees que alguien pueda seguir amando a una persona que te hizo eso?” le replicó, con un tono de enfado. Tomó un último impulso, y llegó al acantilado.

La loba ya se encontraba ahí, lambiendo su gris pelaje.

“Perdiste, de nuevo” le recordó ella, mientras se levantaba de su lugar. Él prefirió no pensar nada más. Hablar con Leah era un caso imposible.

La luna estaba llena. Se veía realmente hermosa y gigantesca desde donde ellos se encontraban. Jacob se acercó a la orilla del acantilado, y se quedó observándola. Sin más, aulló.

“¿Qué haces” le preguntó ella, mientras se caminaba hacía él.

“Cosas de lobos” le contestó, y dio otro gran aullido.

Ella se dio la media vuelta, indicando que volvería con la manada. “Tonterías”

“Deberías intentarlo. Apuesto a que despertarías más tus pocos instintos” le comentó Jacob, y volvió a aullar a la luna.

“¿Para qué? ¿Quién quiere ser un maldito lobo?” luego ella se preparó para correr.

“¿Es qué no sabes hacerlo?”

Refunfuñando —a su manera— Leah se acercó a él. No permitiría que ese lento la retara, creyendo que ella no podría con un simple aullido. Pero justo cuando iba a intentarlo, sólo salió un leve ladrido.

Él sonrió. “Piensa que le recriminas. Yo lo hago.” Le apoyó Jacob, mientras volvía a dar otro aullido. Grande, profundo, largo, triste…

Entonces Leah se preguntó cómo lo haría. ¿Debería acusar a un astro de ser la única loba? ¿De hacerla estéril? ¿Del fin de su relación con Sam? ¿De su vida? ¿De no poder amar?

Aulló, y le gritó a la luna todos sus males. Le exigió justicia en su vida. Le preguntó que había hecho mal. Le lloró sus desgracias.

“Nada mal” escuchó como él pensaba.

Luego ambos aullaron juntos, recriminándole sus males a aquella brillante luna. Preguntándole porque no podían ser amados de la misma manera en la que aman. Nunca escucharon la respuesta de ella, sólo tenían que voltear a ver al otro.


Aprovecho para colocar el review de Creamy, el cual nunca vi, pero Hotmail dice que sí llegó xD

Usagi *-*

Gracias por el regalo, eres un amor, niña de mis ojos (?) —sí, ya saqué
las frases de telenovela mexicana, lo siento—. Me gustó muchísimo, en
verdad que sí, es normal buscar algún culpable a toda costa de los males que
nos aquejan, aunque sea de forma incoherente; pero tú sabes que me gustan los
personajes delirantes xD

No te preocupes por lo de la fecha, yo también siempre me acuerdo durante el
año la fecha de cumpleaños de mis amigos; pero justo ese día, siempre lo
olvido xD

Gracias de nuevo :3


Creamy, sabes que esto no fue nada. ¡Feliz cumple!
Soundless
Para retos ilustrados
Original, los personajes son de mi autoría.
Link a la imagen, que decidí no poner ya que según yo es algo... fuerte: http://i353.photobucket.com/albums/r399/_Morri_/fotos/Tablas%20foro/035_terada.jpg

—Simplemente, perfecta —se dijo a sí misma, admirándose en el espejo de mano. Sus cabellos negros caían delicadamente sobre su cara, y sus ojos chocolate relucían de entusiasmo. Su pequeño vestido color azul cielo no le hacía perder su gracia, sólo lograba acentuar sus delicadas facciones.

—Perfecta —se repitió—. Tú no eres una chica linda. Estás gorda, fea, ¡y ni siquiera eres una buena persona! Egoísta y vanidosa. ¡Jamás lograrás casarte! Eres una desgracia para la familia. Lárgate, no te quiero ver —dijo, cambiando rápidamente su estado de ánimo. Repetía cada palabra, tal y como lo había sido aquella vez.

Tomó su cepillo y empezó a retocarse el cabello. Se hizo algunos chinos, sólo para remarcar más sus ojos. Agarró el maquillaje, y se trazó unas líneas negras debajo de sus ojos, para hacerlos ver más grandes y vistosos. Se delineó sus labios de un suave color crema, para que no se vieran tan ridículos ante toda su vestimenta. Se ruborizó con el maquillaje, para verse más tierna.

Perfecta.

—Eres una basura. No mereces nada, ¡y aun así lo tienes todo! ¿Qué hemos hecho tu madre y yo para tenerte como hija? Zafrina, desde ahora, ya no tendrás el derecho de apellidarte Souleal. No eres más mi hija.

Se puso el collar de zafiro, que su novio le había regalado en su cumpleaños. Se lijó y pinto las uñas de un hermoso color celeste. Se colocó un lazo en el cabello.

Hermosa.

—Soy perfecta —dijo, intentando aguantar las lágrimas—Lo soy.

No pudo más. Empezó a llorar. Empujó todas sus cosas, y cayeron al suelo.

—¡No las necesito! ¡De nada me sirven!

Sangró cuando el pequeño espejo se quebró. Se miró ahí, partida en pedazos. Y sólo pudo sollozar más fuerte. Tomó su cara entre sus manos, y empezó a jalarse los cabellos. El listón azul cayó al suelo, roto, junto con cientos de hilos negros.

Al poco tiempo, entró un chico de su misma edad, no le preguntó que le pasaba, sólo la abrazó y la recostó sobre sus piernas.

—Dime que soy perfecta —le susurró ella antes de quedar dormida.

Él sólo la abrazó más fuerte. Las heridas físicas eran fáciles de sanar. Más las del corazón jamás se cerraban por completo.
Soundless
Título: Una más
Fandom: Naruto
Paring: Sasuke&Karin
Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertencen, son de Kishimoto-sama.
Dedicado a: ¡Fumiis!


Karin sabía que sólo era una.

Una de tantas chicas que lo perseguían.

Una más de sus sirvientes.

Una persona loca por él.

Una de las tantas que lo querían a su lado.

Una más que darían su vida por el Uchiha.

Y al fin y al cabo, siempre sería una insignificancia en la vida de Sasuke. Ella lo sabía. Sólo era una más. Ni siquiera podía presumir de ser algo importante en su vida. Ella no era nada más que una herramienta que podría ser suplantada.

Pero a Karin no le molestaba ser una más, siempre que pudiera estar a su lado.

Esa afición de fangirl había pasado. Ya no era sólo uno de sus caprichos. Ahora él se había vuelto una persona importante en su vida. La primera persona por la que daría su vida sin pensarlo, sin tener una obligación a ello. Él sería el primero a quien vería después de una batalla, no porque fuera su líder, si no porque ella no quería perderlo. A su lado se sentía segura. Era como si él la fuera a proteger de cualquier ataque enemigo, y aunque ella estaba segura que eso sólo ocurriría en sus fantasías, prefería seguir pensando eso a creer que la persona por la que daría todo no la quería.

Por eso Karin prefería pensar que para Sasuke ella no era una más.

Quería pensar que ella era esa una.

Aun así, Sasuke seguía siendo su reto.


Cerró el libro que estaba leyendo. Quería ir a decirle a su Sasuke-kun que había aprendido una manera más eficaz de aumentar el chakra, sin necesidad de acabar con el de ella misma, así dejaría de ser una carga en momentos de crisis.

Sonriendo, se dirigió al cuarto de su líder. El lugar donde se estaban quedando era pequeño, y la mayoría de las habitaciones estaban cerca una de otra. Abrió la puerta de un portazo, mientras observaba como Sasuke la ignoraba por completo, como tantas otras veces.

—¡Sasuke-kun! —gritó y se acercó a él—Ya no seré más una molestia. Aprendí una nueva técnica. ¡Sólo por ti, Sasuke-kun!

Él la miró unos momentos. Molestia. Ella era una molestia. Todas las chicas eran una molestia, ya que de una manera u otra, él terminaba tomándoles cariño. Se parecían a su madre. Pero jamás se acercarían a ser como Mikoto Uchiha, ya que sólo eran una más…

—Vete de aquí, Karin —le ordenó.

—Pero Sasuke-kun…

—Vete —repitió con un tono más alto de voz. Ella obedeció sin chistar.

En el camino se topó con el maldito de Suigetsu. Lo maldijo, le gritó y lo insultó. Le dijo todo lo que no sería capaz de decirle al Uchiha. Luego regresó a su habitación, se tumbo en la cama y se quedó ahí, pensando si algún día dejaría ser una más. Sonrió un poco.

—Seré una más —pensó—, pero soy la una más que está más cerca de la habitación de Sasuke-kun

Después se levantó de la cama de un salto, y abrió su libro de nuevo.

Una más. Ella quería cambiar eso.

Y lo mejor era que ella tenía la oportunidad de hacerlo.

Pero por alguna razón no podía borrar de su mente aquella imagen, un rubio y una chica de cabellos extrañamente rosados, que su líder estaba observando.

Talvez, esas personas le habían arrebatado esa única oportunidad.
Soundless
¡Para retos ilustrados!

La amistad puede ascender a amor, y a menudo lo hace, pero el amor nunca desciende a amistad.

—No —repetí, un poco brusca— ya te lo dije. No.

Él me miró suplicante, con esa maldita carita de perro a medio morir. Yo reí, y después callé inmediatamente: ese era un signo de debilidad.

—Vamos, Yaki. No pasará nada. Sólo tienes que decirme que sí.

—No. —volví a decir, cortante.

Le di la espalda y empecé a recoger mis cosas. A este paso yo terminaría cediendo. Y ese no era el punto. Tomé mi mochila, con el gran grabado de ‘Jacqueline Subrivor’ grabado en ella. Primer año de secundaria y mi padre no podía evitar hacer esas cosas que hacía cuando yo era aún pequeña.

—¿Por qué no? —me preguntó. Yo no lo miré—¿Acaso no me quieres?

—Sí, eres mi mejor amigo —le contesté, remarcando la palabra amigo—y quiero que continué así. Tú finge que esto nunca pasó.

Al terminar de recoger mis cosas, lo miré fijamente. Yo estaba un poco más alta que él, especialmente por mis revoltosos cabellos negros saltando de un lado a otro. Además, él era bastante bajito.

—Adiós, Eluric —le dije. Luego él me besó. Y lo peor fue que yo dejé que me besara. Pero en el momento en el que recordé el porque de mi no, lo alejé de mí… con una patada.

—¡Por qué hiciste eso? —me gritó, furioso.

—¡Yo te dije que no! ¿No entiendes qué significa eso? N-o ¡Sencillo! —le espeté, mientras caminaba hacía la salida.

—¡Se terminó! ¡Lo nuestro se terminó! Olvídate de que existo —dijo. Yo no lo quería escuchar— Yo sólo quería demostrarte lo que siento.

Aquel susurró sono inaudible. Casi como si fuera un sueño. Yo corrí. Corrí por toda la escuela, bajé las escaleras y me encerré en el baño. Ahí yo lloré. Lloré porque al final todo había salido peor.

Yo sólo quería evitar perder a mi mejor amigo si la relación fallaba. Siempre supe que la amistad era mejor que el amor.

Además, el amor nunca podrá descender a amista de nuevo. Es un timo.

Nunca pude pensar que él podría hacerme feliz. Lo eché a perder antes de una oportunidad. Pero en ese momento no me importaba; yo sólo quería a mi amigo a mi lado, consolándome.
Soundless
Original, los personajes son míos y sólo míos *-*
¡Para Retos Ilustrados!

Porque el amor cuando no muere, mata. Porque amores que matan nunca mueren.


Mírate. Te ves como un cuerpo vacío solamente. Caminando por inercia, sonriendo por fingir. Un zombie. Ya no estás viva. Tus hermosos ojos azules que antes brillaban de alegría sólo están ahí para hacerte sufrir más al verlo sonreír. Tu larga cabellera negra, que antes ondeaba con el viento, ahora está sujetada en una coleta, impidiéndote mostrar tu verdadera belleza. No eres más que una sombra de lo que eras.

Y eso me entristece.

Has perdido a tus amigos, excepto a mí. Tu familia ya no sabe que hacer contigo, ellos quieren ayudarte, pero tú no les dejas acercarse. Les dices que estás bien, que él ya no te importa. Pero lo cierto es que aquel tipo te robó la felicidad. Te robó toda tu vida en el momento en el que te dejó.

Te lo dijimos. Todos lo hicimos. Olvídalo, aléjate de él, sólo te hace mal. Cada día te repito que dejes ese maldito trabajo, para no verlo nunca más. Pero insistes en que estás bien. Tonta, no puedes cargar con esto sola.

Nunca he entendí el tipo de amor que tenías por él. Era casi una obsesión. Y ahora lo estás sufriendo.

Te repito que debes olvidarlo, que te ves como una muerta. Tú me gritas que estás bien, luego te das la media vuelta y te vas de mi casa. ¿Por qué no entiendes que yo sólo quiero ayudarte? Olvídalo, sácalo de tu mente. Acaba con ese amor que te consume. Mátalo. Porque si no lo matas, el terminará contigo.

Lo peor de esto es que el tipo sólo te hizo sufrir. Tú dabas todo de ti, le entregabas cada parte de tu ser para hacerlo feliz, y él sólo terminó diciéndote que no podían estar juntos. En ese momento empezaste a morir, lenta y dolorosamente. Él te convirtió en lo que eres hoy.

¿Y tú no puedes olvidarlo? Aun más malo es que lo sigas amando.
Soundless
Los personajes de Harry Potter no me pertencen.
¡Para Lukia!


Ron Wesley era completamente extraño. Su pelo era extraño. Sus ojos también lo eran. Su familia igual. Su forma de ser no se diga. Era un espécimen único.

Y Luna Lovegood tenía curiosidad de conocerlo. Jamás volvería a ver un ejemplar como él. Eran irreales. Con suerte ella había logrado encontrar uno, no desperdiciaría la oportunidad.

Durante días investigó su pasado. Tenía que comprender a una especie desde su inicio. Ginny se sintió acosada esos días.

Después siguió Harry Potter. Tenía que investigar su relación con los demás machos. Él solía decirle que lo dejara en paz, y que si le gustaba tanto Ron le preguntara a él mismo. Ella negó con la cabeza y siguió anotando todo en una pequeña libreta.

La siguiente era Hermione Granger. Aquella chica que por alguna y desconocida —aunque no por mucho— razón se había enamorado de su objetivo. Aunque su amiga lo negara, Luna lo sabía. Era demasiada obvia la relación que llevaban. Talvez era la misma Hermione la que no se había dado cuenta. Claro, Luna no podía equivocarse. La chica de pelo cobrizo terminó hartándose de tan extrañas acusaciones y preguntas, y se fue a la sala común de Gryffindor, donde por alguna razón se encontró con Harry Potter y Ginny Wesley.

Al final Luna pensó que sería mejor investigar por sí misma, frente a frente con el extraño espécimen. En la pequeña libreta anotó el horario que cumplía el chico, e intentaba seguirlo a todas partes. Ron se asustó. Mucho.

Ella lo miraba fijamente, con sus grandes ojos. Cada movimiento que él hiciera era observado por aquella chica. Era una psicópata. Él siempre lo supo.

Después de algunos días, todos decían que la lunática y Wesley eran novios. “La pareja perfecta”, declaraba Malfoy. Ron lo negaba cada vez que podía. A Luna le daba exactamente igual, al fin y al cabo no interrumpía con su investigación, y además había aprendido a ignorar a los idiotas.

Harto de lidiar con ella, Ron le dijo que lo dejara en paz. Ella se negó, alegando que casi saciaba su curiosidad. En la cena, se acercó a él, y le pidió un último dato. Él dijo que si con ello dejaba de acosarlo estaría bien, Luna le contestó que dependía del resultado. Sin más, ella lo beso, frente a las cuatro grandes casas de Howgarts. Entonces ella le dijo que no podría dejarlo, y le entregó su conclusión en una pequeña libreta.

Me he enamorado del espécimen en cuestión, decía.
Soundless
Título: Nada extraño
Fandom: Naruto
Para Retos Ilustrados
Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen. Son de Kishimoto-sama :3
Advertencia: Aunque sean mínimos, hay spoilers.

Hay miradas que perdidas entre miles de miradas
Andan solas por la vida


Recordar la primera vez que la vio sería un desperdicio de tiempo. No había sido demasiado especial, ni siquiera había sido romántico. Sólo recordaba que había encontrado su mirada azul entre todas la de los akatsuki. Tampoco es que hubiera sido tan difícil, ella siempre se encontraba al lado del líder.

La primera vez que hablaron tampoco fue especial. Él buscaba a alguien que le informara de su próxima misión, y los ojos de ella fueron los primeros que encontró.

Cuando algún miembro se ponía a decir estupideces, él buscaba su mirada para entretenerse. No era porque estuviera enamorado, ni nada por el estilo, era sólo que sus ojos eran diferentes a los de todos los asesinos presentes. Ella se parecía a él.

El día que Kisame le preguntó al líder si era posible cambiar de compañero, él inmediatamente busco la mirada de ella. Eso tampoco era extraño, ¿verdad? Y aun menos extraño era el suspiro que dejaba escapar ante la negativa de Pain.

Los días que estaba vagando por la gigante mansión de Pain, buscando solamente los ojos azules de ella, eran días normales, también. No había nada raro en ello.

Y cada vez que hablaban y él intentaba hacerle hablar de su pasado sólo para verla a los ojos era de lo más normal, ¿cierto? Y todavía era más común intuir que, poco a poco, él se daría cuenta de cuanto se parecían.

Tampoco era extraño que el día de su muerte él buscara sus ojos azules.
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Título: Llorar
Fandom: Naruto
Para Retos Ilustrados
Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen. Son de Kishimoto-sama :3

Y hay miradas que cautivan
Por lo bellas y profundas
Como tu mirada azul
Que me atrapa día a día



Salgo de la habitación caminando lentamente. Cierro la puerta con cuidado, y camino tranquilamente varios metros, evitando que mis lágrimas se derramen. No debía ser débil. No podía dar esa imagen a mi padre, a mi hermana, a mi primo…

Hace pocos segundos me acaban de avisar que Neji ocupara mi lugar como cabecilla del clan. En serio, intenté sentirme feliz. Mi primo lograría que la rama secundaria fuera respetada. Sonreí amablemente, y le felicité. No mostré titubeos. Todos se quedaron callados, talvez ya esperaban una respuesta así de mi parte. Sólo Hanabi replicó, pero le dije que por favor callara. Ni siquiera estoy segura si lo hizo por mí, o porque fuera Neji y no ella quien ocupara mi puesto.

Yo quise sentirme feliz. Pero en lugar de eso estoy enojada, celosa… No debería sentirme así. Neji es mi primo. No puedo evitarlo. Quisiera regresar ahí y decirles a todos que yo podría ser mejor que él, que yo puedo con el cargo. Pero me siento pequeña al lado de todos ellos.

Salgo de la mansión, y apenas camino un poco empiezo a llorar. Lloro porque no puedo ser lo suficientemente fuerte para ser la líder. Lloro porque siento celos de mi primo. Lloro porque al final mis esfuerzos no valdrán la pena. Lloro porque nada de lo que hago saldrá bien. Lloro, porque al fin y al cabo, sigo siendo la niña que prometí dejar de ser.

Y ahí me quedo, llorando por todos mis infortunios, debajo de un gran árbol. Abrazo a mis piernas, mientras me regaño internamente por estar demostrando mis sentimientos tan abiertamente.

—¿Hinata? —escucho que alguien me pregunta. Me avergüenzo, y sólo puedo abrazarme más—¿Estás bien? ¡Hinata!

Entonces reconozco su voz. Inmediatamente levanto mi cabeza, para verlo frente a mí.

Naruto-kun.

No puedo hablar. Estoy paralizada. Sólo puedo titubear un par de disculpas por hacerle preocupar. Él me mira como si estuviera haciendo algo mal. Luego me mira con esos ojos azules. Entonces recuerdo el por que estoy llorando.

Lloro porque le fallé a Naruto-kun.

Él se sienta a mi lado, y se queda conmigo mientras yo me desahogo, mirándome con sus hermosos orbes azules.
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Título: Indiferente
Fandom: Naruto
Para Retos Ilustrados
Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen. Son de Kishimoto-sama :3

Y las hay indiferentes, como las de tanta gente

Todos los días yo veía pasar a la gente frente a mí. Algunos preocupados, muchos otros nerviosos, y algunos felices. Apurados, tranquilos, indecisos. Todas las personas que entraban a este hospital tenían una razón para, y de ello dependía sus reacciones para estar aquí. Era algo natural.

Yo a veces detenía mi trabado diario y los miraba fijamente. Pero nunca podía saber el porqué de su comportamiento. Veía personas que esperaban a un familiar enfermo mientras sonreían. Otras tantas lloraban cuando un nuevo bebé iba a entrar en sus vidas. Algunas incluso reían cuando un amigo estaba en una cirugía. No podía comprenderlos. Me eran indiferentes. Nunca logré hacerlo, y dudo que alguien pueda comprender a su prójimo del todo.

Especialmente porque yo lo había intentado todo para que él me comprendiera. El día que llegó al hospital, sangrando y maldiciendo, quería que supiera que yo estaba enojada. Que lo odiaba. Pero él sólo pudo ver las lágrimas bajando por mis mejillas.

Cuando yo reía, quería que se enterara de que yo estaba bien sin él. Que no lo necesitaba. Pero él sólo me veía sonreír a un lado suyo.

Quería que él sintiera lo feliz que yo fui sin él. Lo bien que estuve todo el tiempo. Pero él sólo podía verme ser feliz con a su lado.

Me hubiera encantado que cuando él me viera con mis amigos supiera que ellos me querían. Que yo los quería. Pero él sólo descubrió cuanto cariño les tenía.

Cada vez que entrenábamos, quisiera que hubiera visto que me había hecho fuerte. Sin ayuda de nadie. Pero él sólo apremiaba mis movimientos.

Me hubiera gustado que el captara el verdadero significado de mis actos, aunque creo que por otra parte fue mejor. Así nunca supo lo que me dolían sus rechazos inconcientes. Porque su mirada seguía siendo indiferente ante la mía.
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Título: Casi un sueño
Fandom: Naruto
Para Retos Ilustrados
Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen. Son de Kishimoto-sama :3

Hay miradas que cuando miran
Son hirientes y lastiman


Sakura tomó la mano de su padre, mientras una conocida melodía empezaba a sonar.

Recordaba cuando, de pequeña, ella solía escuchar esa canción mientras bailaba en su habitación, imaginando la boda de sus sueños. Siempre había soñado que su padre la llevaría al altar, con un precioso y esponjoso vestido blanco. Esperándola, se encontraría el chico perfecto, y al llegar el la tomaría de la mano y juraría su amor eterno. Claro, todos sus conocidos debían estar ahí. El pastel debía ser gigante y con detalles en rosado. Las mesas deberían estar decoradas con lilas, las más hermosas lilas.

Después de algunos años, ese modelo de chico perfecto cobro una imagen más clara, justo en el momento en el que conoció a Sasuke Uchiha. También supo que las lilas debían ser cortesía de Ino Yamanaka, y que, para su desgracia, Naruto debía estar entre sus amistades.

Pero el sueño de una chica se esfuma como si nada. Se enteró de que su chico perfecto no era más que un ser frío y egoísta. Y que por él, había perdido a la encargada de las flores. También descubrió que quería que Naruto fuera su padrino.

Pero cuando su “príncipe” regresó, herido y a punto de la muerte, sus sueños volvieron a cobrar vida. Y por más que intentara suprimirlos, nada funcionaba. Poco a poco se fue ganando el cariño de su ex-compañero, hasta que un día la primera fase de su sueño se hubo completado.

Y ahora estaba ahí, frente al amor de su vida, con su vestido blanco esponjoso, las flores lilas adornando todo el lugar, y Naruto con su traje negro.

Llegó al altar, y su padre le entregó su mano a Sasuke. El la aceptó, sonriendo un poco. Después ella vio a Naruto, y no pudo evitar bajar la mirada. No podía verlo. Porque ella sabía que él estaba sufriendo, y nadie podría hacer nada para evitarlo. Ni siquiera ella misma.

Por que mirar a Naruto le dolía. Y más aun cuando él le sonreía.


N/A: Dios... creo que nunca podré escribir algo realmente largo.
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Título: Fustración
Fandom: Origial, todo lo escrito es mío y sólo mío.
Género: ¿Muchos xD?
¡Para Retos Ilustrados!

Iba a golpearlo. Tenía que golpearlo. Era un maldito egoísta estúpido, ¿por qué no hacerlo? Al fin y al cabo se lo merecía. Me mordí los labios en un intento de contener aquellas palabras de odio que me forzaba a contener. Por más que quisiera hacerlo, sabía que no me perdonaría por gritarle. Apreté el puño, aun más. Contuve las lágrimas de impotencia todo lo que pude, pero una fugitiva resbaló por mi mejilla.

Lo estoy logrando; me dije. Luego el maldito sonrió de lado.

Me acerqué a él lo máximo posible. Tuve que pararme de puntillas para poder ver sus orbes azules. Seguía sonriendo. Me quedé ahí unos momentos, intentando contenerme. Pero su cara de hipocresía lo hacía muy difícil.

Sabía que debía verme como una chiquilla de cinco años armando un berrinche. Pero me berrinche tenía razón de ser. De repente la ventana que estaba aun lado de nosotros se abrió. Genial, la única ventana en toda la maldita oficina y tenía que estar detrás de él. Ahora se veía mucho más sexy que de costumbre, con sus cabellos dorados despeinados.

¿Yo? Dudaba que mi coleta se pudiera mover aunque sea un poco a causa del aire. Y aunque así fuera no me vería mejor, esas películas donde la protagonista se ve hermosa con el aire moviendo su cabello son una farsa. Aunque yo no soy linda, y no estoy arriba de un barco, ni tampoco tengo al chico de mis sueños a un lado mío. Más bien soy la chica de dieciocho años más pequeña de todo el edificio, estoy dentro de una oficina de seis metros cuadrados y tengo frente a mí al estúpido más grande del mundo.

Cuando supe que no podría borrar aquella mueca de su cara, le di la espalda y empecé a guardar mis cosas dentro de mi bolso. No sé si me siguió viendo, y si así fue no me importo. Por el momento todo lo que quería hacer era salir de ahí, y no volverlo a ver nunca más.

¿Quién se creía para decirme eso? Ni la amistad que habíamos creado por doce años podría con ello. Él sabía que yo estaba totalmente enamorada, y no le tomó importancia. Aun así yo quería conservar, al menos, un recuerdo de él. Y no quería recordarlo con un ojo morado.

Terminé de guardar mis cosas. Cuando me di la vuelta, él estaba parado frente a mí.

—Jack, fingiré que nada de esto paso. Eres mi amigo y no quiero perderte. Hoy voy a dormir, tú harás lo mismo. Mañana vendremos al trabajo y tú dirás: “hola, enana”, yo te responderé con un común: “púdrete estúpido”, y todo seguirá su rumbo los próximos días. ¿Entendiste?

Él me miró confuso.

—Pero sólo tienes que decir que sí…

—Jack. —le dije con una mirada de represalia.

—Es la verdad.

—Jack…Por favor. No quiero perderte.

Él suspiró, luego me miró con aquellos hermosos ojos azules.

—¿Me perdonarías, Lanna? —sonaba como si en verdad se sintiera mal. Era la primera vez que lo veía hablar así.

Y por eso era la primera vez que me hacía sentir tan mal.

—No —le dije. Pensaba que me reclamaría, o que al menos se enojaría un poco. Pero él sonrió. –No te rías, es en serio, no te perdono.

—Eso dices ahora. Algún día me dirás que sí.

Le di la espalda nuevamente, luego empecé a caminar hacía la salida, mientras recordaba con precisión las palabras que comenzaron todo esto.

—¿Quieres ser mi novia?
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Título: Casi
Fandom: Original :3
Para Retos Ilustrados
Disclaimer: Uh... es original, así que no hay disclaimer. Pero los personajes son míos, sólo míos *-* También la trama de esta historia es de mi autoría.

Es duro, es doloroso, no ser amado cuando se ama todavía, pero es bastante más duro ser todavía amado cuando ya no se ama.

Estoy debajo de mi cama. Empiezo a reír como desquiciada, y estoy segura que me encontrara muy pronto. Intento calmarme, pero la sensación de recuerdos que me trae jugar a las escondidas es demasiado grande como para aminorarla. Y la verdad, no me importa reír. Soy feliz.

Casi por completo.

Escucho sus pasos, entonces callo. Al menos así le será más difícil. Además fue muy difícil entrar debajo de la cama como para salir tan rápido. Una risa se me escapa al escuchar que casi cae con uno de sus juguetes.

—¡Te encontré! —me grita, mientras sube un poco las cobijas y me mira a los ojos. Río sin parar, intentando salir de ese diminuto espacio. Mi vida es perfecta.

O se acerca bastante a serlo.

—Ahora falta encontrar al tío John. Y mamá…, deja de reírte, das pena.

—¡Oye! Intenta meterte ahí dentro, también estarías nervioso.

Mi pequeño. Bien, ya no tanto: tiene diez años. Su pelo negro, como el de su padre, contrastando con sus ojos ámbar, los cuales heredó de mi parte. De hecho, la mayor parte de mí es ámbar…

Cuando por fin logro salir, ambos empezamos a llamar a John por toda la casa. Si todo resultaba bien, al final terminaría descubriéndose a causa de la risa. En eso nos parecemos mucho. John Brown no es mi hermano, pero es como si lo fuera. Nos conocemos desde niños, y él no ha cambiado en nada: su cabello castaño revoltoso y sus ojos azules, siempre con brillo. Me encanta estar con él.

O al menos un poco.

—¡En mi cuarto! —grita Efraín, y sale corriendo en la busca de John.

Logro escuchar la risa de ambos.

Voy a la cocina y preparo algunos aperitivos. Al poco tiempo llegan esos dos, sonriendo. Sin si quiera preguntarme, los toman y empiezan a comerlos. Creo que John pudo ver mi mirada de réplica.

—Lo siento —dice con un tono claramente sarcástico— señorita Anna White. No era mi intención ofenderla tomando de este modo galletitas azucaradas.

Efraín ríe.

—Señora Anna Rice, por favor —le recuerdo, aunque sé que le duele que se lo diga, a mí también me duele—. Y deberían pedir permiso cuando toman algo.
John me mira, puedo notar la tristeza en sus ojos. Aun así, me sonríe. Siempre es lo mismo. Él sabe que estar aquí le hace daño, y sigue viniendo todos los días. Él sabe que estoy casada, y me sigue esperando. Él sabe que yo amo a mi esposo, pero aun conserva la esperanza.

Es duro verlo a los ojos, porque yo sé que lo hago sufrir. Pero lo que más me duele es saber que no puedo hacer nada para hacerlo feliz.

Mi hijo no entiende este silencio, el que tanto nos lastima, y sólo sigue sonriendo y mirándonos.

—John, vendrás mañana también, ¿verdad?

Él lo mira, luego a mí. Le sonrío. Después vuelve a verlo a él.

—Todos los días.


Dudo que algún día haga un one-shot largo xD
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Título: En proceso~~
Fandom: Naruto
Para Retos Ilustrados
Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen.

Hay miradas que sin dudas
Dicen más que mil palabras

—Tsk

Tenten estaba furiosa. Hoy había sido uno de los peores días de su vida y claro, para terminar, tenía que empezar a llover.

—Jo…

No encontraba palabra que dijera todo lo que sentía en ese momento. En la mañana, ser atacada por pan volador, cortesía de su nuevo y tecnológico aparato denominado tostador. Claro que esa cosa no había salido ilesa. Ahora parecía más una lata de soda que cualquier otro objeto.

Después había tenido que soportar a sus nuevos alumnos en la academia. Los malditos tenían tanta energía que ella no pudo sentarse durante toda la clase. También había tenido que enseñarles a respetar a sus superiores. En ese momento recordó por qué amaba tanto a las kunais.

—¡Ah! —gritó y la mitad de la calle logró escucharla sin dificultad. Estúpido charco. Estúpida lluvia.

Tomó aire varias veces, inhaló y exhaló mientras contaba hasta diez. No funcionó. Frunció el seño, resignada a la impunidad de un charco de agua.

Había pensado que su día había terminado en el momento en el que esos enanos se habían ido a su casa. Vaya equivocación. ¿Tenía que conocer a Lee, verdad? Al parecer la palabra “entrenamiento” tenía un concepto muy distinto para ambos.

Inhaló y exhaló nuevamente. Lo único que quería en ese momento era llegar a su casa, recostarse en su cama y observar el techo. Oh sí, amaba observar el techo.

Recorrió todo el camino hacía su destino, ignorando todo lo posible al centenar de gotas que caían sobre su cara. Cuando por fin pudo vislumbrar su casa —no muy grande, ni muy chica, sólo lo suficiente para dos personas—, un gran alivió la acogió. Hasta que lo vio ahí.

Hyuga Neji, parado frente a su casa, obviamente sin una gota de agua. Los genios eran así, aunque el Apocalipsis estuviera sobre ellos siempre lucían bien, mientras que las personas normales y corrientes como ella tenían que soportar a estúpidos charcos. Recordó que habían quedado para entrenar. Hace horas.

Se acercó a él y lo miró de frente —aunque tuvo que pararse de puntillas— por unos segundos.

Neji suspiró y abrió la puerta de la casa.
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Título: Lágrimas


Fandom: Original


Género: Desconocido xD


Notas: Para Retos Ilustrados, en la tabla de tristeza. No tengo mucha idea de lo que tiene que ver esto con la imágen, pero fue lo primero que se me vino a la mente al verla, sólo lo plasmé.

Los personajes y la trama de esta historia sí son de mi autoría.

No crees poder moverte. El simple hecho de pensar representa una gran dificultad en estos momentos. Además, tú no quieres hacerlo. No quieres enterarte de lo que está pasando. Sabes que no podrás aceptarlo.


No apartas tu vista de ese camino vacío, sí, ese por el cual se acaba de marchar. Sus pasos aún están marcados en la fría arena, pero sabes que desaparecerán en algunos minutos a causa de las pequeñas gotas que empiezan a caer y te lamentas por no haberle dicho antes todo lo que lo querías.


Talvez si él te hubiere dicho que no te quería de esa manera, tal vez de esa manera no estarías aquí parada pensando en todo lo que pudo haber pasado. Pero siempre fuiste demasiado temerosa. Y no puedes evitar recordar aquel fatídico día.


Lo habías citado cerca del camino vacío, ese era su lugar. Le dijiste que era algo muy importante, como siempre él acudió de inmediato. Llovía, sus cabellos azabaches estaban revueltos, pero a él nunca le importó su aspecto. Cuando te vio ahí sonrió rápidamente, pero al ver tu cara su sonrisa se curvo en una mueca de dolor, ¿tal mal te veías? Sólo recuerdas que apenas podías respirar.


—¿Estás bien? —te preguntó. Pudiste notar preocupación en su tono, y también en sus ojos cafés.


—N-No es nada malo —le respondiste e intentaste sonreír, pero los nervios te acababan.


Él suspiró aliviado, luego se sentó en el suelo. Hubieras querido decirle que se mojaría, pero no lo hiciste por dos razones: él no te haría caso y se sentaría de todos modos y dos; no podías hablar.


Estabas a punto de llorar. No sabías que hacer, más bien, no sabías como decírselo. ¿Cuánto tiempo llevan como amigos? ¿Un mes, tal vez? No querías estropear esa amistad con esos absurdos sentimientos de amor, pero ya no podías callar más.


—Da-Daniel —lo llamaste y el volteo hacía ti. No pudiste sostener la mirada y decidiste mirar al suelo. Él río un poco.


—Anna, ¿qué te pasa? Te ves nerviosa. —río más y se levantó. Caminó hacía ti y quedó a pocos centímetros de ti. Lo sentías tan cerca.


Empezaste a mover los dedos nerviosamente, no lo sabías, pero presentías que en ese momento estabas tan roja como una manzana. Pensaste en que tal vez sería mejor evitar decirle cuanto lo querías, y continuar con la amistad que tenían. Esperar un poco más, para que él te conociese mejor no sería tan mala idea.


Pero luego te diste cuenta que querías decírselo. No podrías vivir con la incertidumbre de qué hubiera pasado. Te armaste de valor, tomaste una gran bocanada de aire y le dijiste:


—Te quiero.


Por un momento pensaste que morirías. Él levantó tu cara para ver tus ojos chocolates –ahora humedecidos y un poco enrojecidos-, luego sonrío y puso una de sus manos sobre tu cabeza.


—Tontita. Yo también te quiero mucho. Eres una de mis mejores amigas.


Después de eso, revolvió tu cabello café y te dio un gran abrazo. Tú no sabías que hacer.


—¿Quieres ir con Laura? Hoy habrá una fiesta en su casa.


—I-Iré haya en un momento —le sonreíste un poco, pero aún no podías superar su respuesta.


—Quiero verte ahí, ¿ok?


—Claro


Luego él desapareció por aquel camino, sí, ese que estás mirando. La única diferencia es que eso fue hace doce años. Él ahora tiene una novia y está planeando su boda, lo oíste todo, siempre viene aquí a hablar contigo. Y tú no puedes moverte de este maldito lugar. Debes verlo marcharse todos los días, dejándote atrás.


Frotas tus manos, aunque sepas que no sirve de nada. El frío nunca se va. Tal vez por eso sigues conservando los labios morados y la tez casi blanca de aquel día. Sabes que no debiste quedarte ahí, bajo la lluvia y una temperatura mínima. Pero en ese momento necesitabas pensar, y ahora tienes toda una eternidad para hacerlo.


Quisieras llorar, pero tu última lágrima se fue aquel día. Ahora no eres más que un reflejo de lo que eras, y te duele saberlo, por eso, intentas no pensar en eso.


Pero aquella lágrima siempre estará ahí recordándote lo que pudiste ser.