Soundless
Un pequeño relato para Saya, bazofia hecha con amor =D

Para la gran mayoría de la gente, ver es una de las tantas funciones del cuerpo humano, que se lleva a cabo con naturalidad desde el nacimiento. Para mí también fue así; para que lo niego. Nunca creí que fuera algo especial, y jamás le preste atención a ese detalle.

No le ofrecía el valor suficiente al hecho de poder ver la cara de mis padres cada mañana; ver al sol ocultarse entre las montañas; ver a aquellas pequeñas luces que de alguna manera se las arreglaban para brillar en la noche. Era algo normal para mí, y para casi todos.

En este momento estoy bastante agradecida. Feliz de saber cómo son mis padres, de haber visto la sonrisa de mi hermano, de haber aprendido los colores de la naturaleza, y verlos por mí misma. Doy las gracias por saber de que color es mi habitación, y haberlo escogido porque me gustó. Y aunque doy las gracias, no puedo evitar sentirme frustrada. Porque yo debo volver a ver todo eso.

Paso mis manos por toda mi cabeza, sintiendo mi boca, mi nariz, mi cabello, mis orejas, y la banda que ocupa mis ojos. Siento como mi madre, o talvez mi padre, está en la puerta, observándome. Hace tiempo que se dieron por vencidos en intentar hacerme sentir mejor.

Ya son dieciocho semanas en las que no abro los ojos, por miedo de rectificar que sigo sin poder ver. La operación terminó hace más de veinte, y se supone que estoy más que lista para ver los resultados. Pero no puedo hacerlo. Tengo miedo de no poder hacer una de las pocas cosas que todo el mundo hace con tanta facilidad.

Miedo de saber que jamás me veré de nuevo. Que todo será como estos cinco meses, repleto de oscuridad. Blanco o negro, creo que olvidé el color. Por eso yo no quiero quitarme las vendas.

Tomo una orilla y empiezo a desprenderlas. Inmediatamente mis padres se acercan y se sientan junto a mí, siento como la mano de mi mamá está sobre mi pierna. Termine. Pero aun así, no quiero abrir los ojos. No quiero ver. O más bien; no quiero saber que jamás podré ver.

Dieciocho semanas sin ver. Eso es lo que te hace falta para valorar las cosas tan comunes.

Entonces, lloro.
Etiquetas: , edit post